La cuestión es si nos aceptamos tal y como somos, tanto a nosotros mismos como a quién está en nuestras vidas, sean parejas, familia, amigos, compañeros, etc.
¿Somos justicieros con nosotros? Continuamente nos juzgamos y lo hacemos también con otros, nos convertimos en imparciales y nos posicionamos aún sin conocer ambas posturas. Somos crueles con el resto, porque lo somos con nosotros.
La vida se traduce en decisiones que a veces ni somos conscientes de que hemos entregado ese poder a alguien externo a nosotros, y por eso nuestra vida se convierte en, ajena a nuestra esencia.
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©AsunAdá
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