Supongamos que sabemos qué tenemos y quién somos ¿actuamos con ese conocimiento en el día a día?
Ojalá y así fuese.
Deberíamos de tener presente y recordar que la oportunidad de decidirlo todo es nuestro factor más básico, aunque tantas veces olvidamos o cedemos a otros.
Creemos saber qué es lo que nos conviene, analizamos situaciones pensando qué nos van a responder concretamente. Perdemos así la libertad que corresponde al libre albedrío, nos quedamos encerrados en los viejos patrones aprendos del miedo.
Cortamos nuestras alas y cedemos el poder que nos hace ser la esencia verdadera sintiéndonos culpables de decir y hacer lo que sentimos con lo que muchas veces, callamos y dejamos de hacer. Obviamos nuestra intuición por creer que sabemos qué va a suceder, y se cumple claro que sí. Así lo pedimos y, el universo nos lo concede, es el resultado de limitar las decisiones posibles existentes ante nuestros pensamientos.
Cortamos nuestras alas y cedemos el poder que nos hace ser la esencia verdadera sintiéndonos culpables de decir y hacer lo que sentimos con lo que muchas veces, callamos y dejamos de hacer. Obviamos nuestra intuición por creer que sabemos qué va a suceder, y se cumple claro que sí. Así lo pedimos y, el universo nos lo concede, es el resultado de limitar las decisiones posibles existentes ante nuestros pensamientos.
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©AsunAdá
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