En nuestro día a día llegamos a confundirnos con otros compañeros, hermanos o seres que habitan también en el universo cercano. Creemos que decidimos y hacemos todo por nosotros mismos pero a veces, aún sí, siendo capaces de ello, damos ese control a una entidad externa a nuestra esencia por el mero placer de creer que no estamos solos. Y nos equivocamos, claro.
En la vida, jamás estamos solos. Ante ciertas circunstancias nos vemos así pero es un espejismo erróneo. En el peor de los casos la sensación puede ser la de soledad, pero si abrimos nuestro corazón al Todo, lograremos conocer la realidad de quiénes somos, de sentir todo lo que esta en y con nosotros.
De ahí que en la manera de hacer podemos concretar que la mente mira hacia fuera de nosotros mismos, mientras que el corazón ve hacia dentro, es capaz de observar nuestra esencia y, como supremo a ellos tenemos el alma, el Ser que siente lo que a veces ni mente ni corazón son capaces de sentir, de vibrar, de experimentar.
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©AsunAdá
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