Cuando te nace de dentro, del corazón, nada de lo que opinen a tu alrededor importa.
Nos paramos a pensar demasiado en qué hacer, sin llegar a hacer más que eso, pensar en ello. Otra de las facetas a las que le damos demasiada importancia es al cómo otros verán lo que hacemos; si será aprobado por la familia, o si gustará en sí o no aquello que decidas, o si por el contrario hasta tú logras darle la vuelta y ver que es ridículo, sin serlo. Etiquetamos todo, le ponemos un nombre y lo encasillamos donde nos parece que ha de ir, cuando aún siquiera eran hilos que se crean a raíz de nuestros pensamientos, conscientes o no, pero le damos tanta fuerza que les otorgamos presencia, los creamos en nuestros entorno, en nuestra vida.
Y es que por el motivo que sea, se nos da mejor fijarnos en los resultados. Dejamos por hacer lo imprescindible que nos pide de alguna manera la vida, experimentar y sentir desde nuestro corazón, desde nuestra sinceridad a nosotros mismos. Y dejamos de crear el trazado de los caminos por los que poder transitar libremente para llegar a dónde realmente nos dicta nuestro interior que allí hemos de ir. Dejamos que sean nuestros recuerdos los que guíen nuestros presentes y, eso sólo conlleva a la melancolía del no saber qué hacer, o de hacer lo que se supone dice tu entorno, sin valorar tus propios sentimientos, tu propósito de vida, aquello que llena el vacío tan grande que sientes y que no puedes explicar porque no eres capaz de estar a solas contigo para reconocerte, para permitirte, para amarte. Buscas fuera lo que no eres capaz de ver en tí, en tu interior y, cómo entonces pretendes lograr alcanzar esas metas soñadas.
Con simplemente ser tu mismo desde tu esencia, desde tu verdad, alcanzas el Todo que ya es en ti, y te permite sentir tu don. Un momento tan personal y solitario como valiente y lleno de coraje de saber quién eres. Es un resultado especial, sentir la pureza de la divinidad que es ser pura magia y sentir el Amor que habita en y desde ti.
Siempre enAmor Agradecida ©AsunAdá
Nos paramos a pensar demasiado en qué hacer, sin llegar a hacer más que eso, pensar en ello. Otra de las facetas a las que le damos demasiada importancia es al cómo otros verán lo que hacemos; si será aprobado por la familia, o si gustará en sí o no aquello que decidas, o si por el contrario hasta tú logras darle la vuelta y ver que es ridículo, sin serlo. Etiquetamos todo, le ponemos un nombre y lo encasillamos donde nos parece que ha de ir, cuando aún siquiera eran hilos que se crean a raíz de nuestros pensamientos, conscientes o no, pero le damos tanta fuerza que les otorgamos presencia, los creamos en nuestros entorno, en nuestra vida.
Y es que por el motivo que sea, se nos da mejor fijarnos en los resultados. Dejamos por hacer lo imprescindible que nos pide de alguna manera la vida, experimentar y sentir desde nuestro corazón, desde nuestra sinceridad a nosotros mismos. Y dejamos de crear el trazado de los caminos por los que poder transitar libremente para llegar a dónde realmente nos dicta nuestro interior que allí hemos de ir. Dejamos que sean nuestros recuerdos los que guíen nuestros presentes y, eso sólo conlleva a la melancolía del no saber qué hacer, o de hacer lo que se supone dice tu entorno, sin valorar tus propios sentimientos, tu propósito de vida, aquello que llena el vacío tan grande que sientes y que no puedes explicar porque no eres capaz de estar a solas contigo para reconocerte, para permitirte, para amarte. Buscas fuera lo que no eres capaz de ver en tí, en tu interior y, cómo entonces pretendes lograr alcanzar esas metas soñadas.
Con simplemente ser tu mismo desde tu esencia, desde tu verdad, alcanzas el Todo que ya es en ti, y te permite sentir tu don. Un momento tan personal y solitario como valiente y lleno de coraje de saber quién eres. Es un resultado especial, sentir la pureza de la divinidad que es ser pura magia y sentir el Amor que habita en y desde ti.
Siempre enAmor Agradecida ©AsunAdá
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