Mi poeta, con su propia voz,
sale al encuentro de las palabras que en un sencillo pergamino he escribo
con el susurro de su fonética silenciosa
la cálida noche en la que el viento
dejó de soplar para hacerse eco
de sus propias letras entre el latido del silencio y
del intenso brillo del corazón que late cada instante escondido
tras el sutil Orión ....
Y así, entre cada guiño del resplandor de la suave noche, el rugir del alma alimenta el silencio que se ha tornado ya a apacible caricia, como la de aquella pluma que sencilla y pausadamente, se desliza por la pálida piel de aquél que un día voló por lo alto del estrellado universo.
Siempre enAmor Agradecida ©AsunAdá
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